AGUA
PARA TODOS:
Recursos
naturales de agua dulce
Hablar del agua es comentar una paradoja. Es el elemento más abundante de la Tierra
y, a su vez, escasea en muchos lugares. Da la vida y, en ocasiones, la
quita. Une y separa. No le concedemos valor y su falta paralizaría nuestra
vida. A pesar de todo, cualquier cosa que tiene que ver con el agua ejerce una
atracción irresistible. Los ríos, la expresión más recurrente del agua dulce,
han tenido y tienen un papel esencial en la vida del globo. Han sido
inspiradores de muchas obras de arte, motores de la civilización de los
pueblos, dinamizadores de las economías...
No debemos olvidar que el agua dulce potable supone solamente el 0.008% del agua terrestre,
lo que hace que en ocasiones su uso plantee complejos problemas. Todos se
podrían resumir en una frase: "existe
un desajuste entre la demanda, en cantidad y en calidad, y las disponibilidades
en un momento dado y en un lugar concreto".
Todos conocemos que el agua dulce está distribuída de forma muy irregular en la superficie
terrestre. Los grandes depósitos
naturales se encuentran en los glaciares de Groenlandia y la Antártida y en los
Lagos de América del Norte o de Rusia. Las zonas húmedas tropicales
contienen porcentajes elevados del total de la reserva mundial. El resto de las zonas terrestres se abastece
como puede ya que tienen carencia de agua.
Los distintos pueblos, las diferentes civilizaciones, han
dedicado múltiples esfuerzos a proveerse de agua en cantidad y calidad para su
vida cotidiana y para sus economías. En ocasiones le dedican un esfuerzo personal diario como sucede en ciertos países en
donde la sequía es habitual; en
otros lugares han construído ingenios técnicos y mecánicos para recoger un
recurso que siempre ha sido considerado imprescindible. El agua potable
domiciliaria es una conquista reciente en muchos lugares. Hoy día nos parece un
servicio irrenunciable pero, desgraciadamente, no lo es en muchos lugares del planeta.
En las áreas urbanas del tercer mundo
170 millones de personas carecen de agua limpia para satisfacer sus mínimas
necesidades: beber, cocinar o lavarse; en
las áreas rurales de estos países el panorama es más sombrío ya que alcanza a casi 885 millones.
Pero no todos los
recursos pueden ser utilizados en todo su potencial. Existe un límite al que
progresivamente nos vamos acercando. La
sucesiva construcción de diques y presas ocasiona múltiples afecciones y no
garantiza, por sí sola, la satisfacción de las demandas futuras. Se habla de que globalmente hay un exceso
de agua pero, debido a los límites operativos y a la contaminación, las cifras
totales de este momento sólo se pueden llegar a duplicar y eso se supone que se
puede alcanzar de aquí a unos 20 o 30 años. Urgen, por tanto, otras
acciones correctoras de la desviación de los consumos.
Antonella Soria